Paisajes

Documento un archipiélago en transformación: paisajes arqueológicos que unen el Atlántico y África, donde la erosión y la acción humana borran estrategias ancestrales de adaptación. Fuera de la cuadrícula, el arte explora lo invisible, releyendo un patrimonio dinámico para habitar el futuro desde sus huellas.

Como isleña de un archipiélago volcánico en el Atlántico Norte - geográficamente alejado de Europa pero cercano a África, aunque con escaso contacto actual a pesar de los orígenes norteafricanos de sus primeros pobladores (hacia el siglo I de la era común, o incluso antes, según investigaciones recientes) - llevo años documentando este territorio en constante transformación debido a la actividad geológica, la erosión y los cambios provocados por la incesante actividad humana.

Mi interés principal se centra en el paisaje arqueológico, que representa hoy, para mí, el vínculo más directo con el continente africano, además, mi interés por el paisaje y el territorio obedece a mi línea de trabajo que utiliza lo que queda fuera de la cuadrícula arqueológica como metáfora de todo aquello que hay que prestarle atención. El lenguaje artístico ofrece un enfoque complementario al científico pues permite proponer otras maneras de interpretar el territorio, así como generar nuevas imágenes sobre el patrimonio.

Un patrimonio que opera como un archivo dinámico; no se trata solo de restos del pasado, sino de una herramienta clave para entender el presente y prospectar futuros. El deterioro de estos yacimientos, tanto por causas naturales como por la acción humana, supone una pérdida irreparable de conocimiento. Su protección y estudio sistemático son esenciales no por razones nostálgicas, sino porque contienen información valiosa sobre estrategias de adaptación, gestión de recursos, conexiones históricas, relaciones culturales que pueden resultar fundamentales para los desafíos actuales y futuros de un territorio frágil y en permanente cambio.